Mi nombre es Lucía, tengo 20 años y estudió educación social, quise escribir antes de venir pero fue todo una locura, entra las dudas que me surgían cada vez que me ponía a preparar la maleta y que decidí exprimir al máximo el tiempo para despedirme de todo el mundo, llegó el día de partir y no había publicado nada.
Hace ya casi cuatro semanas que estoy en Perú y aquí todo es una maldita locura, la vida fluye más rápido, todo va más deprisa, la gente maneja de manera alocada, cruzar los pasos de peatones es una actividad de riesgo y el sonido melodioso de los claxons cada dos por tres es algo estresante, pero incluso aun si te acaba gustando vivir en el caos y el tiempo pasa volando.
Los primeros días de adaptación fueron duros al ser la primera vez que salía de casa tan lejos, pero todo era nuevo por lo tanto era un contraste de emociones como, sorpresa, novedad, curiosidad, con añoranza, tristeza y cansancio por la diferencia horària. A día de hoy mi cuerpo aun no se siente acostumbrado a todo esto porque enferma continuamente y no me permite llevar el rendimiento que me gustaría en el voluntariado, pero realmente cuando estoy ahí en el hospital con los niños lo disfrutó como una niña pequeña, aprendo un montón de cosas subiendo a las Salas y me gusta poder dedicar un pequeño porcentaje de mi tiempo a este proyecto.
Además los fines de semana aprovechamos para viajar y hemos conocido muchísima gente maravillosa. De alguna manera siento que realmente es una oportunidad que me esta ayudando a crecer y madurar.