Quizás el programa más conocido en España de la FVF es el de apadrinamiento, es la cara visible, y puesto que desde la FVF se apuesta por la transparencia, los visitantes son siempre bienvenidos, de cualquier tipo, no hace falta ser socio, ni ser padrino. Ellos mismos lo explican así, cuanto más gente vea lo que hacemos, más se correrá la voz y más gente apoyará nuestros proyectos.
El hecho de que un padrino vaya a visitar a su niño es todo un espectáculo, hay que pensar que el apadrinamiento no solo beneficia al niño, sino a toda su comunidad, al niño le beneficia en que tiene una serie de ventajas sanitarias y también educativas, pero los fondos van destinados también a su comunidad. Todos los niños apadrinados de la Fundación viven en aldeas, normalmente muy pobres, zonas dedicadas a la agricultura, donde el clima no es muy benévolo. Por tanto, cuando un padrino viaja hasta la aldea, a veces por caminos y carreteras secundarias que te hace preguntarte cómo consiguió la fundación llegar allí, es recibido con un cariño y con una alegría que es abrumadora. Siempre hay un ritual, una carpa o collares con flores. Para ellos es una fiesta cuando alguien les va a visitar porque saben lo que eso supone para toda la comunidad.