Piura en un instante.

Un número en miniatura a la derecha de mi portátil confirma que ahora mismo en España son las 4:57. Des de aquí es como si el mismo tiempo buscara un motivo para seguir marcando cada segundo incansablemente, buscando una razón de existencia, quizás buscar un sentido…
Un mes y siete días es el tiempo que mi propio reloj personal me recuerda que hace que estoy en Piura. En mi celebro han pasado siglos. Nada tiene que ver la chica que vino con la chica que está ahora, ni su forma de ser, ni pensar, ver, observar, opinar, criticar, ni imaginar, nada es ya igual.
¿Mi primera sensación de Piura? Estoy en un desierto con motos en forma de coche (carro, para los peruanos), arena por todas partes, ruido de claxon de todos los taxis, ruido de la gente exponiendo toda su variedad de alimentos y productos para vender, un tránsito desorganizado en el cual el peatón no tiene palabra y el carro más grande es el prioritario.
¿La opinión del día de después? Nada que ver con España, aquí la gente siempre sonríe, pueden levantarse a las 4 de la mañana, trabajar hasta la 13h, irse a estudiar hasta la noche y ponerse a trabajar otra vez, pero te sonríen con un gran “Hola” dibujándose en sus labios, para ellos eso es lo normal. Los niños se agarran a ti como si te conocieran de toda la vida, te piden besos y abrazos, jugar a juegos, pintar, peinar, etc. Te piden atención, tan solo quieren sentirse importantes, aunque eso solo sea durante unas horas. Te lo agradecen con cada mirada, gesto, sonrisa, con cada detalle. ¿Quién podría resistirse a frases como: “Usted aun no se va, ¿verdad?”, “¿Le puedo dar la mano hasta mi casa?”, “Mis Margarita, ayúdeme con mis tareas por favor”, “Des de que usted me ayuda me van mucho mejor las clases”? Y un sinfín de frases más que ahora no viene a cuento. Aquí la gente es buena, te ayuda en todo lo que puede y más. Si, al principio desconfían de todo y de todos, pero cuando les das confianza no hay quien les pare, siempre están allí, para lo que sea.
Sabéis, yo antes pensaba que si ya estas informado de muchas cosas y has visto por periódicos, televisión, internet…noticias y realidades ya era suficiente. No es así, eso solo es la base para empezar a entender, no es hasta que lo vives en primera persona que eres capaz de entenderlo, al menos, entenderlo mejor, aun así, hasta que no seas uno de ellos no entiendes nada de nada. La verdad, es que nosotros no estamos diseñados para captar las realidades a la primera, nos cuesta, hasta que nos estampamos contra un muro y lo vemos claro, clarísimo.
Les admiro, admiro a la gente de aquí, les admiro por levantarse cada día sonriendo, irse a trabajar mil horas, cuidar de la familia, alimentarlos, y vivir por y para ello. Admiro a los niños y niñas que no han conocido una infancia, que a los 5 años ya son madres y padres de sus hermanitos un año o dos más pequeños, que trabajan día a día con sus padres, van al cole, estudian y vuelven a trabajar. Admiro a la gente que tiene paradas casi imperceptibles en las calles para poder comer al menos una vez al día. Admiro a los campesinos y personas del campo que están día y noche trabajando para un sueldo que no vale ni una decima parte de lo que se dejan en ello. Admiro a las madres de 16 años o menos que se enfrentan a una vida adulta mucho antes de acabar la adolescencia, en realidad, la acabaron hace mucho tiempo. Admiro a las personas que se preocupan por todas las gentes anteriores, a las que intentan cambiar esas circunstancias o al menos hacerlo más llevadero.
Admiro y respecto cada uno de ellos, a toda esa gente. Porque aunque aun me falte un mes hay una cosa que es básico en cualquier ser humano:
Si yo fuese esa niña de 16 años, o ese niño de 5, o esa madre con toda esa carga, o ese campesino, si fuese cualquiera de ellos, me gustaría saber que alguien está intentando ayudar (de la forma que sea) para que yo esté mejor, para que yo tenga unos derechos mínimos. Simplemente me gustaría saber que no estoy sola con los que están como yo, que allí afuera hay alguien más luchando para que dentro de un tiempo, tal vez, días, meses, años, siglos, todo sea diferente. Cómo cuando los niños se sienten importantes por un instante. A todos nos gusta saber que importamos a alguien, el resto, simplemente, ocurre solo.
Marga Garí.

Una resposta a «Piura en un instante.»

  1. Hola Marga, soy Mireia y te escribo des de Eïvissa, yo al igual que tú compartí una experiencia increible en Piura (3 meses)…describes muy bien la realidad que se vive allí.
    Sólo te puedo decir que disfrutes y aprendas al máximo de todo lo que se te presente…Dale muchos besos a los churres de los Angeles, a los de Manitos, a la Tortuga, a Jose, a Gaby, Apolonia, Ines, Erika, Ceci, Ruth, Maynor, Cristian, en fin a totsssssssssssssssss….
    Sé que en un tiempo volveré, un pedacito de Piura está en mi corazón.

Els comentaris estan tancats.